En una sociedad en la que nos encontramos aulas cada vez más diversas, con alumnado que necesita de un mayor apoyo emocional, con cambios legislativos y nuevas regulaciones que exigen de unos procesos formativos del profesorado que elevan la exigencia de su labor, la educación alcanza velocidades que son propias del mundo tecnológico y digital, cambiando continuamente y sin asentar sus puntos de referencia. Este cambio constante afecta a la identidad misma de la persona y dificulta la construcción de personas íntegras y maduras.
En este contexto, como escuela cristiana, podemos recurrir al mensaje del Papa Francisco sobre un pacto educativo que considera roto y que es necesario recuperar. Podemos encontrar en esta propuesta líneas de innovación que van más allá del aula y los muros de los centros educativos o la universidad. Con esta propuesta, el papa pretende que como escuela cristiana “reavivemos el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión». Hoy más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna” (Mensaje del santo padre francisco para el lanzamiento del pacto educativo).
Es por ello que cualquier innovación en nuestras aulas deberá perseguir esa alianza educativa formada por toda la comunidad educativa, alumnado, familias, profesorado y cualquiera que quiera aportar en esa misma línea en nuestro proyecto educativo. Un proverbio africano dice que “para educar a un niño se necesita una aldea entera”, por lo que debemos explorar proyectos de innovación que incluyan a todos los miembros de la comunidad educativa. El papa Francisco nos habla de una “aldea de la educación”, donde se comparta en la diversidad, el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas.
Un reto en estas jornadas de innovación es explorar esas iniciativas que mejoren las relaciones humanas en nuestras propuestas educativas, poniendo en el foco la necesidad de incorporar a las familias en el proceso educativo de los jóvenes como principales responsables de la educación.
David Berrueco
Centro San Valero