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La educación superior enfrenta hoy el desafío de transformarse en un espacio verdaderamente inclusivo. Si bien se han logrado avances en términos de acceso, aún persisten barreras que limitan la participación plena de estudiantes con discapacidad, de comunidades marginadas o de quienes enfrentan condiciones socioeconómicas adversas. La inclusividad en la universidad no puede limitarse a la admisión: debe extenderse a la permanencia, el aprendizaje significativo y la plena integración en la vida académica.

La inclusión en la Educación Superior exige una revisión profunda de las prácticas pedagógicas, los modelos institucionales y de las políticas públicas. Las universidades deben adoptar enfoques que reconozcan la diversidad como un valor, y no como una excepción que requiere ajustes. Esto implica repensar desde el diseño curricular hasta los sistemas de evaluación, pasando por la formación docente y la infraestructura digital y física.

Uno de los grandes retos es la formación del profesorado universitario en competencias inclusivas. Muchos docentes carecen de herramientas para atender adecuadamente a estudiantes con necesidades específicas, lo que genera experiencias educativas desiguales. Además, la inclusión debe contemplar dimensiones culturales, lingüísticas, de género y de orientación sexual, entre otras, que configuran identidades diversas y complejas.

Las jornadas son un espacio ideal para ir recogiendo ideas sobre cómo avanzar hacia una educación superior más equitativa. ¿Qué estrategias están funcionando en nuestras universidades? ¿Cómo podemos garantizar que la inclusión no sea solo un discurso, sino una práctica cotidiana? ¿Qué papel juegan las tecnologías, las políticas institucionales y la participación estudiantil en este proceso? Invitamos a docentes, investigadores, estudiantes y gestores educativos a compartir sus experiencias, inquietudes y propuestas.

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